Una de las acciones de Descale es el control de la legionella: bacteria presente en hábitats acuáticos que puede acarrear una infección pulmonar denominada legionelosis

En líneas generales, todos hemos oído hablar de los brotes de legionella. En nuestro caso particular, no es que sólo lo hayamos oído, sino que una de las acciones que desarrollamos en Descale dentro de la Sanidad Ambiental es, precisamente, la prevención y control de la legionella.

Por experiencia sabemos que cualquiera puede verse afectado -directa o indirectamente- por esta bacteria, de ahí que nunca venga mal conocer más sobre ella.

¿Qué es la legionella?

La legionella (también escrito legionela) como ya hemos apuntado, es una bacteria Gram negativa que pertenece a la familia de las Legionellaceae. Tiene forma de bastón con una especie de pelos largos, que es con lo que se mueve. Sólo puede vivir en presencia de oxígeno y existen 40 especies del género legionella, pero vamos a centrarnos en la pneumophila, que es la que más interesa en base a sus repercusiones en la salud humana.

Se trata de una bacteria que está presente en la mayoría de los hábitats acuáticos (lagos, ríos, estanques, aguas termales…) con un amplio rango de temperatura, preferiblemente superior a los 35 grados centígrados, ya que es donde mejor se desenvuelve. No obstante, es capaz de multiplicarse entre los 20 y 45 grados centígrados. A los 70 grados centígrados se destruye.

En nuestro ambiente, habita en torres de refrigeración, equipos de aerosoles y sistemas de agua caliente. Llega a todos estos puntos a través de las redes de distribución de agua.

Legionelosis: la infección más grave por legionella

Ahora que ya sabemos en qué consiste esta bacteria, el siguiente paso es hablar de la legionelosis: la infección por legionella.

Hay dos tipos principales de infecciones. Por un lado está la fiebre de Pontiac, que es similar a una gripe con fiebre aguda y autolimitada, es decir, ‘se cura sola’, y, por otro, está la legionelosis (o Enfermedad del Legionario), que es en la que vamos a centrarnos porque es la más grave.

La vía de entrada en los humanos es la respiratoria (mediante aerosoles), y los principales focos de contagio son los sistemas de agua de grandes edificios (hoteles, hospitales, centros comerciales), humidificadoras, máquinas de rocío, spas y fuentes de agua termal. Las torres de refrigeración también son fuentes de contaminación.

Todos ellos son sistemas que mantienen el agua a la temperatura ideal para favorecer el crecimiento de la legionella y, además, en realidad cualquier elemento que pueda producir aerosoles, incluidos grifos, duchas, surtidores y riegos por aspersión, pueden ocasionar la contaminación.

¿Por qué esto es así? Porque en estas instalaciones, en determinadas ocasiones, se produce una acumulación de productos que sirven de nutrientes para la bacteria tales como lodos, materia orgánica, material de corrosión y amebas, que forman lo que se denomina una biocapa. Y es en esta biocapa donde prolifera la legionella y desde donde se dispersa en forma de aerosol.

Por ejemplo -y para que se entienda mejor- a partir de estos lugares de concentración, la bacteria puede alcanzar otros puntos. Las gotas de agua con la legionella se quedan en el aire y penetran en las vías respiratorias, llegando a nuestros pulmones.

Lo que sí está claro, al menos hasta el momento, es que la transmisión no se produce por bebida contaminada o por contacto de persona a persona.

Principales síntomas y tratamiento de la legionelosis

La legionelosis se manifiesta en forma de neumonía. Causa fiebre alta, dolor de cabeza, dolor muscular y dificultad para respirar. Algunas veces -en el peor de los casos- desarrolla diarrea y vómitos.

Desde el punto de vista clínico, este tipo de neumonía no se distingue de otras neumonías atípicas, y lo normal es hospitalizar a los pacientes (el periodo de incubación es de 2 a 10 días). Esta infección es más frecuente en varones de entre 40 y 70 años, y es muy rara en niños.

Para diagnosticar la enfermedad hay varios procedimientos:

  • Serología mediante inmunofluorescencia indirecta
  • Detección de antígeno soluble en orina (es la prueba más empleada en la actualidad)
  • Detección directa de la legionella en muestras respiratorias mediante inmunofluorescencia directa
  • Cultivo de la bacteria a partir de muestras respiratorias
  • PCR (reacción en cadena de la polimerasa)

Y una vez diagnosticado, el tratamiento de legionella es a base de antibióticos. Tras superar la enfermedad, es extraño que la persona se contagie por segunda vez. Parece ser que la primera infección proporciona cierta inmunidad contra un hipotético segundo contagio.

Sanidad ambiental y control de la legionella

Los ciudadanos de a pie poco podemos hacer para prevenir la legionelosis. El control de la legionella queda fuera de nuestro alcance, ya que el contagio no se produce de persona a persona ni por ingestión directa de agua contaminada ni por inhalación.

El mantenimiento de las instalaciones compete a sus titulares, y la Administración se encarga de hacer inspecciones periódicas para comprobar y garantizar que la limpieza y la desinfección se hacen como es debido.

En este contexto es donde entra en juego Descale y los trabajos que desempeñamos para revisar y mantener los sistemas de agua y de refrigeración de los edificios en las mejores condiciones posibles en todo momento. Es la única manera de evitar el desarrollo de esta bacteria que, como hemos visto, puede acarrear problemas de salud.

Pero el control de la legionella no es fácil. Es fundamental llevar a cabo un chequeo estricto de la temperatura y los niveles del cloro del agua, e inspeccionar cada cierto tiempo las instalaciones relacionadas con brotes anteriores de legionelosis.

Los tres métodos de desinfección más utilizados son:

  • Desinfección térmica: las temperaturas superiores a 60ºC inhiben el crecimiento de la bacteria, y por encima de los 70ºC ésta muere.
  • Ionización cobre/plata: los iones de cobre y plata provocan la ruptura de la pared celular de la bacteria.
  • Hipercloración: Se trata de añadir cloro en grandes cantidades al sistema de agua sanitaria durante un corto plazo de tiempo (de 3 a 6 horas).

Para más información sobre el control de la legionella o para hacer frente a esta bacteria, no dudes en contactar con nosotros: valoraremos tu situación y diseñaremos un plan de acción de acuerdo a tus necesidades particulares.