Ciudadanos de Madrid, Zaragoza y otras poblaciones con río están siendo acribillados estos días por una plaga tan desconocida como dolorosa: la mosca negra.
“La mosca negra más que picar, muerden con su boca en forma de sierra; tienen una saliva que por un lado anestesia, de modo que no sientes el ataque, y por el otro no deja que la sangre se coagule para poder trasvasar cuanta más mejor; después, cuando para el efecto anestésico, es cuando notas el dolor y ves la irritación que provoca el tajo».
La mosca negra es un insecto acuático y tiene unas características morfológicas comunes al presentar un pequeño tamaño (1,5 a 5 mm.), su coloración oscura -casi negra- y el aspecto “jorobado” de su tórax, circunstancia que hace que también sean denominadas como “moscas jorobadas”.
Las moscas adultas hembras pueden ser “picadoras” necesitando sangre para generar la puesta de huevos. Es por ello que este tipo de insectos pueden convertirse en plaga para el ser humano, especialmente en el caso de espacios naturales, viales y/o parques y jardines próximos a los cauces fluviales u otros focos de cría acuáticos.
La mosca negra no se trata, contra lo que algunos creen, de una especie invasora, como el mosquito tigre, sino que es una especie autóctona en el sur de Europa. Ahora bien, a diferencia de los mosquitos, sus larvas no proliferan en aguas estancadas sino que precisan de ríos y riachuelos más o menos limpios y con agua corriente y oxigenada.
La mosca negra tiene su pico en verano, sobre todo cuando hace calor, que es cuando las ciudades y pueblos suelen estar vacíos y la gente ha migrado a la costa de vacaciones. Por otro lado, la mosca negra pone sus huevos en el reverso de las hojas de la vegetación acuática y de márgenes, por lo que crían bien en cañaverales, hierbas de ribera y plantas que están enraizadas en el fondo del río, siempre que el agua corra.
Cinco razones para temer la mosca negra si vives cerca de un río:
1.- La falta de limpieza de los cauces de los ríos.
2.- El aumento de vegetación acuática y de márgenes.
3.- Las bajas lluvias de primavera: aunque parezca una contradicción, un régimen de lluvias primaverales bajo también puede favorecer la mosca negra, ya que el aumento importante de caudal por lluvias torrenciales suele ejercer un efecto de arrastre que limpia el fondo.
4.- El verano caluroso: el calor favorece el ciclo reproductivo de la mosca negra, de modo que si tiene un río de aguas limpias y fondos fangosos, con plantas donde criar y además noches tórridas, por encima de 20ºC, su ciclo se acelerará y pronto las nubes de mosca negra se cernirán sobre los paseantes de Madrid, Zaragoza y otras ciudades.
5.- La caída de la población de murciélagos: el quinto elemento es la ausencia del predador natural de la mosca negra, que son los murciélagos, que han experimentado un gran retroceso en las ciudades por culpa de los elementos urbanos que entorpecen su actividad, la baja densidad de insectos y la falta de refugios.
Prevención y control
Corresponde a las autoridades o administraciones competentes la vigilancia y, en su caso, la implantación de planes de seguimiento y de control de moscas negras.
En ese contexto, las Comunidades Autónomas en las que esta mosca ha colonizado los cauces de ríos disponen en general de los oportunos planes de vigilancia y de control; este tipo de programas requieren necesariamente de la oportuna colaboración y coordinación de la Autoridad Ambiental correspondiente, de la Confederación Hidrográfica afectada así como de los municipios potencialmente afectados.
Ningún trabajo de gestión de plagas implicando dípteros es sencillo, pero el caso de las moscas negras resulta, si cabe, más complejo y debe ser siempre realizado por especialistas.
El control de poblaciones de moscas negras se basa en los principios fundamentales de la Gestión Integrada de Plagas, GIP:
1.- Vigilancia entomológica proactiva, especialmente en cauces con factores predisponentes.
2.- En su caso, vigilancia epidemiológica de posibles casos de picaduras (humanos y animales).
3.- Correcta gestión ambiental de los ríos.
4.- En caso de detección, vigilancia y monitoreo continuados de las poblaciones larvarias y adultas.
5.- En su caso, el diseño e implementación de un plan específico de control, con actuación preferente sobre las fases juveniles acuáticas, evitando así en lo posible la presencia de adultos. En caso necesario, podría ser requerido realizar tratamientos adulticidas.
6.- Obviamente, diseñar y realizar un plan de comunicación que incluya las correspondientes campañas de información ciudadana.
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Referencia
file:///C:/Users/Ana/Downloads/PCN_38.pdf
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