La cucaracha alemana (Blatella germanica), una plaga que vive exclusivamente en entornos humanos, representa un peligro para la salud por su capacidad de transmitir microbios patógenos y de desencadenar problemas de asma.

Un nuevo estudio ha descubierto que las cucarachas alemanas se están volviendo resistentes a casi todo tipo de insecticidas químicos. Este hecho se atribuye a que esta especie vive en poblaciones relativamente cerradas, lo que facilita la selección rápida de individuos altamente resistentes.

Debido a que las cucarachas viven unos 100 días, esa resistencia puede evolucionar rápidamente, y los genes de las cucarachas más resistentes pasan a la siguiente generación.

Las estrategias habitualmente utilizadas para gestionar la resistencia en esta especie de cucaracha incluyen la rotación de diferentes productos, o el uso de mezclas de productos, con diferentes modos de acción, en lugar de utilizar productos con un solo ingrediente activo y un único modo de acción.

Un reciente estudio publicado en la revista científica Nature, elaborado por expertos de la Universidad Purdue en Indiana (EE.UU.), revela que las cucarachas  podrían ser inmortales.

El estudio se realizó en dos zonas residenciales con bloques de viviendas de un bajo nivel económico, en las poblaciones de Danville e Indianapolis, en las que previamente se identificó resistencia a prácticamente todas las clases de insecticidas disponibles. Las poblaciones fueron analizadas por su nivel de resistencia a tres insecticidas diferentes: abamectina, ácido bórico y  tiametoxam.

En concreto, uno de los grupos de cucarachas fue expuesto a tres pesticidas químicos diferentes; otro, a dos; y el tercero y último, a uno solo. Tras el experimento, el equipo alertó de que la forma más eficaz de controlar una colonia de estos insectos era utilizando tres tipos de insecticidas distintos, ya que en los otros grupos analizados las cucarachas crearon resistencia a los químicos.

Demostraron que las generaciones posteriores que nacían lo hacían siendo resistentes a los insecticidas utilizados. «La resistencia aumentaba cuatro o seis veces en una sola generación. No teníamos ni idea de que algo así podría pasar tan rápido», ha asegurado uno de los líderes del experimento, Michael Scharf.

En conclusión, conocer los patrones de resistencia cruzada entre y dentro de las clases de insecticidas es importante para diseñar estrategias de rotación efectivas y mejorar los programas de control de cucarachas a largo plazo.

El mejor enfoque de gestión en entornos de viviendas multifamiliares parece ser la realización de un diagnóstico de resistencia previo al tratamiento siempre que sea posible y especialmente si existe un historial de fallos de control.

Las personas tendrán que usar lo que se conoce como “manejo integrado de plagas”, que consiste en colocar trampas, limpiar escombros de las superficies e incluso aspirar las crías, además de tratamientos químicos.

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