La oruga procesionaria de pino (Thaumetopoea pityocampa) es la plaga forestal más extendida en España y en los últimos años se ha visto favorecida por el aumento general de las temperaturas. Aunque la aparición de las larvas se da en el primer cuatrimestre del año, se recomienda tratar la plaga a principios de otoño, cuando se encuentra en su momento más vulnerable.

¿Dónde podemos encontrarlas?

Se encuentra en parques, zonas rurales y bosques pero también puede aparecer en entornos urbanos, donde hay árboles como pinos, cedros o abetos. Se llama procesionaria porque cuando los lepidópteros rompen su bolsón en el que anidan, bajan o caen al suelo para enterrarse, completa su metamorfosis y se convierte en mariposa, formando un desfile que se desliza como una procesión.

Las orugas de procesionaria se alimentan de las acículas (hojas en forma de aguja) de los pinos y las larvas nacen a finales de verano. Por esta razón, es en otoño, cuando las larvas son pequeñas, el mejor momento para atajar el problema y controlar la plaga.

¿Dónde está el riesgo?

Estas orugas poseen unos pelos urticantes muy pequeños que se desprenden con gran facilidad de su cuerpo. Además son los causantes de la reacción adversa que provocan. Los síntomas suelen ser instantáneos y, en general, remiten en pocos días. Consisten en ronchas rojas, inflamación y mucho picor. También pueden producir problemas oculares, bronquiales y, en casos extremos, anafilaxia severa en aquellas personas que sufren alergia mediada por anticuerpos IgE.

Hay que prestar atención a los niños y mascotas, así como al ganado, ya que son los grupos de población más susceptibles de tocar, por accidente, la oruga y sufrir una reacción.

En el caso de los animales de compañía y ganado cuando la olisquean, la oruga se defiende lanzando sus pelitos que actúan como dardos envenenados y se adhieren a las zonas de la piel más desprotegidas como la boca, la lengua, la trufa o los ojos. El problema no solo es el dolor y picor que produce, también puede necrosar (muerte del tejido) la lengua y, si la infección llega hasta la laringe, provocar la muerte por asfixia.

 

Un método innovador, eficaz y sostenible

Son varias las medidas que se pueden tomar para evitar la propagación de esta plaga, pero uno de los sistemas más innovadores está basado en el tratamiento de inyecciones de baja presión en el tronco de los árboles afectados. Mediante una única aplicación al año, entre octubre y diciembre, se elimina totalmente la procesionaria.

Hasta el momento, el control tradicional de la procesionaria se basaba en tratamientos aérea de insecticidas, con las consecuencias negativas que esto conlleva sobre el medioambiente y la salud pública.

En nuestro afán por ofrecer las últimas innovaciones, tanto en metodología como en la utilización de productos respetuosos con el medio ambiente, hemos establecido en nuestros procedimientos de actuación la norma que unifica los servicios de control de plagas.